Sunday 14 November 2010

Los cínicos no sirven para este oficio

Sobre el buen periodismo

Cínico: que muestra desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables.[1]

Ryszard Kapuscinski defendió que “los cínicos no sirven para este oficio” en una entrevista con Andrea Semplici. Esta es la afirmación que titula un libro basado en dos intervenciones del periodista de origen polaco en conferencias y una entrevista. A partir de estos textos Maria Nadotti antepone una introducción al personaje y a su carrera para darle forma definitiva al libro.
Mediante las intervenciones de Kapuscinski el lector recoge toda una serie de meditaciones sobre la forma en que él cree que se tiene que desarrollar el periodismo, “el buen periodismo” según sus propias palabras, acompañadas de muchas experiencias personales sobre su vida como reportero y corresponsal. El periodista polaco aporta además una visión amplia de la situación global del periodismo a finales del s.XX.
Para Kapuscinski “para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser un buen hombre, o una buena mujer: buenos seres humanos” porque una buena persona “puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias. Y convertirse, inmediatamente, desde el primer momento, en parte de su destino”. De esta manera, el polaco cree que “el verdadero periodismo es intencional, a saber: aquel que se fija un objetivo y que intenta provocar algún tipo de cambio” y a este es al que etiqueta como “buen periodismo. Una forma de periodismo que aporta la descripción de un acontecimiento y la explicación de por qué ha sucedido, en cambio, el mal periodismo es aquel en que “solo se encuentra la descripción, sin ninguna conexión o referencia al contexto histórico”. Según Ryzard Kapuscinski para ser un buen periodista es absolutamente necesario ser “escéptico, realista y prudente” pero es incompatible con la profesión de periodismo el hecho de ser un cínico.
Esta visión del periodismo lo llevó a cubrir durante muchos años las historias de pobreza y miseria del continente africano y otros conflictos presuntamente utilizando lo que él mismo denominaba “intensificar la realidad”. Es decir, llegando a traspasar la frontera entre los hechos verídicos y la literatura, según el autor de su biografía, Artur Domoslawski. ¿Es este un acto de cinismo? La discusión está servida.
El escritor polaco también defiende que “sin la ayuda de los otros no se puede escribir un buen reportaje” ya que “todo reportaje […] en realidad es el fruto del trabajo de muchos”. Para él un buen reportaje “es un trabajo colectivo, y sin un espíritu de colectividad, de cooperación, de buena voluntad, de comprensión recíproca, escribir es imposible”. He aquí la visión del periodista según Kapuscinski; una buena persona, con capacidad de empatía y con capacidad de esfuerzo y trabajo colectivo.
Continuando con su discurso ensayístico sobre el periodismo, en cuanto a las fuentes de información, el polaco distingue tres grandes tipos: los otros, los documentos y el mundo que nos rodea. Apunta también que “hoy en día, […] las dos primeras fuentes están creciendo incesantemente” y debido a esto la selección de las personas que queremos como <<material>> para nuestros reportajes es un asunto de elección que se lleva a cabo gracias a la intuición y a la suerte. Y sobre esto es imposible dar alguna definición o formular alguna receta.” Además apunta que hay dos problemas fundamentales en el trato de los otros para obtener información: la escasez de tiempo en la que se debe establecer confianza con el entrevistado y el problema lingüístico (cabe destacar que Kapuscinski habla desde su experiencia como corresponsal fuera de su país).
El otro gran tema que el polaco aborda en estas conferencias es la situación del periodismo a finales de la década de los 90. Una situación que no difiere en demasía de la actual. Así, Kapusciski considera que “tras el fin de la guerra fría, con la revolución de la electrónica y de la comunicación, el mundo de los negocios descubre de repente que la verdad no es importante, y que ni siquiera la lucha política es importante (que eran según el periodista polaco los motores del primer periodismo): que lo que cuenta, en la información, es el espectáculo” a través del cual se consigue ganar dinero. De esta manera se entiende que “al frente de los más grandes grupos televisivos encontramos a gente que no tiene nada que ver con el periodismo, que solo son grandes hombres de negocios, vinculados a grandes bancos o compañías de seguros o cualquier otro entre provisto de mucho dinero. La información ha empezado a <<rendir>>, y a rendir a gran velocidad”.
Respecto a la situación de la prensa internacional el autor polaco es muy duro y afirma contundentemente que “la prensa internacional está manipulada”. Por diferentes motivos y porque son el instrumento más importante para influir en la opinión pública. Así, Kapuscinski hace referencia a un tipo de manipulación “sin decir mentiras”; esto es, una manipulación que juega con las titulaciones, la distribución espacial de los contenidos o la simple omisión de determinados hechos. Como consecuencia de este control de la prensa Ryzard Kapuscinski apunta que en la actualidad se viven dos historias: la de los medios y la de verdad. Además afirma que “los medios de comunicación, la televisión, la radio, están interesados no en reproducir lo que sucede, sino en ganar a la competencia”, dejando por enésima vez la posición del periodismo y de los medios de comunicación en entredicho.
Con todo esto, aderezado durante todo el texto con multitud de anécdotas e historias vividas por Kapuscinski en primera persona, una de las personalidades más influyentes del periodismo internacional y ahora en entredicho, repasa la situación de su profesión a través de tres textos de lectura rápida aunque a veces falta de interés para el gran público. Una lectura apta y recomendable para aquellos interesados en la situación del periodismo o en la misma profesión, no para aquellos que busquen entretenimiento sin reflexión.


[1] Definición según el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia. http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=c%EDnico

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