Monday 7 February 2011

“Me voy feliz si os lleváis alguna idea en la mochila”

Para Tomás García, profesor de sociología, lo importante no radica en las notas o el prestigio sino en el aprendizaje y el interés


Tomás García González, Doctor en Sociología por la Universidad Toulouse-Le Mirail, nació en Asturias en el año 1953. Realizó sus estudios universitarios en Francia, vivió varios años cerca de Lleida y hace más de veinte que reside en Barcelona e imparte clases en la Universitat Autònoma. Se considera una persona de izquierdas y ecologista.

- ¿Cómo y cuando llegaste a la Universitat Autònoma de Barcelona?
- Después de un paso largo por Francia, aterricé en Barcelona por razones sentimentales. Hice todo el bachillerato en Carcassone y toda la carrera de sociología, la licenciatura y el doctorado en Toulouse Le-Mirail. Al acabar el doctorado ya estaba viviendo en Catalunya, en un pueblecito de Lleida donde mi compañera era médica, pero una vez allí necesitaba convalidar mis estudios, cosa que tardó tres años.


- ¿Qué hacías antes?
- Trabajé como freelance y colaboré con otros sociólogos en varios estudios. También trabajé en el Ayuntamiento de Cornellà de Llobregat como coordinador de los servicios sociales municipales, una experiencia laboral de intervención directa en temas relacionados con la demanda y los servicios sociales, en el año 1984 o 85. He estado en otras universidades haciendo algún curso, pero lo que es docencia, solo en la Autònoma.

- ¿Qué haces actualmente?
- Doy sociología general, estructura social y sociología del medio ambiente en diversos grados como Periodismo, Criminología o Sociología. En cuanto a intereses, la sociología agraria es mi especialidad, pero debido a que Barcelona no es el terreno más adecuado para llevar a cabo este tipo de estudios, me he centrado más en políticas sociales y temas relacionados con el medio ambiente. De hecho, formo parte de un equipo de trabajo que se encarga de las relaciones laborales, inmigración, medio ambiente y de temas de desigualdades de género.

- ¿Cómo compaginas tu vida laboral con tu vida personal?
- Soy un hombre que intenta combinar la vida familiar y la vida laboral de una manera razonable, sin entregar todo a la profesión.

- ¿Cuáles son tus planes de futuro?
- Seguir con la docencia, aunque a veces he pensado en cambiar tras 22 años en el mismo sitio. Me gustaría dejarlo durante un tiempo para reincorporarme más tarde. Pero esto es casi imposible, por lo tanto voy a seguir como docente que es lo que me da un sustento para vivir (risas). Los últimos años en la universidad los quiero cerrar bien, perfeccionar al máximo la docencia y dedicarme a escribir. Siempre he tenido mucho pudor a publicar algo escrito. Me impone mucho. Pero a partir de los 60 años es cuando se puede escribir algo serio. Me gustaría publicar algunas cosas sobre sociología, cosas relacionadas con activismos personales: he participado en algunas guerras medioambientales que han sido un éxito brutal. Creo que debo analizarlas para que queden ahí, para si alguien las quiere utilizar y quede constancia de las mafias urbanizadoras de este país, del ladrillo de este país.

- ¿Cuál es tu opinión sobre la Universitat Autònoma?
- En términos generales, la valoro muy positivamente. Es un campus creado en un momento histórico de este país en que el colectivo de profesores era gente inquieta, crítica y trabajadora, y eso permanece. Es una universidad que tiene un prestigio internacional, la gente de fuera la conoce y es una suerte trabajar en ella. No me veo trabajando en una universidad privada. ¡En una universidad del Opus no me querrían! El valor de la universidad pública es que uno puede expresar lo que piensa realmente, siempre y cuando no sean tonterías, y hacerlo libremente. En esto la Autònoma no tiene nada que envidiar a otras. Muchas veces, ir a hacer másters en los Estados Unidos tiene más sentido por el prestigio y los contactos que haces allí que por lo que realmente aprendes. Se puede aprender en todas partes si se tiene interés y la Autònoma es un sitio adecuado, agradable, un campus que tiene verde... Un poco apartado, quizás. Pero también tiene sus ventajas, ¿no?

- ¿Qué opinas sobre su sistema de estudios y actividades?
- La Autònoma está embarcada en una Agenda 21 local, lo cual demuestra que tiene cierta preocupación por el el medio ambiente. Ahí faltan muchas cosas, pero no quiero ahora despotricar de eso. Es una universidad pionera en el tema Bolonia, no sé si con acierto o con error. Creo que la crisis y la falta de recursos han  perjudicado el proceso. No se puede hacer una universidad británica con pocos estudiantes y en base a los seminarios si no hay recursos para ello, con 80 alumnos en clase.

- Normalmente en las clases no somos 80, somos 220.
- ¡¿200?! !Ostras¡ Todavía es peor de lo que yo pensaba.

- Donde damos la mayoría de clases, en el Aula Magna, es como un cine, no hay ni mesa. Estás allí de oyente pero no interactúas.
- Hay muchas carencias como éstas. Pero bueno, tomároslo como conferencias. Y de las conferencias se aprende. Si de una conferencia sacas un par de ideas, son dos ideas. Yo me iría contento, me sentiría realizado como profesor, si unos cuantos de los 80 se llevaran alguna idea que les ha provocado algo que pensar, que digan “¡Coño! Esta idea merece la pena llevarla en la mochila para poderla utilizar”. Y creo que de una conferencia se puede extraer eso.

- Muchas gracias.
- A vosotros. Si necesitáis algo algún día, ¡ya sabéis donde encontrarme!

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